LA TÍA JANI, UNA VIDA TEJIENDO AÑOS

A lo largo de la vida no es raro asistir a celebraciones,  fiestas familiares, sociales, donde se reciben a recién nacidos, se casan parejas, se despiden a compañeros del trabajo, pero asistir a un cumpleaños de una persona que cumple 100 años es un privilegio reservado para unos cuantos afortunados.

Por tanto hoy he sido afortunado al encontrarme entre los  invitados que asistimos al emotivo cumpleaños de la tía Jani. Se palpaban grandes dosis de sentimientos entre sus hijos, nietos, biznieto y sobrinos y muy especialmente en la campeona de los campeones de la familia cumpliendo años. Pues para cumplir años, cuando ya se sobrepasan barreras que dan vértigo, hay que tener una gran fortaleza mental para llevarlo tan bien como ella lo lleva. A pesar de ello, repite más de una vez que le cuesta creer que tiene cien años, que haber si se ha producido un error.

Nació un 28 de febrero, del año 1917, en Santa Olalla de Yeltes, en pleno Campo Charro. Quizás este detalle de nacer el último día de un mes un tanto especial, le haya llevado a sospechar que sus años están amañados.

Nada de esto es cierto, a juzgar cómo ha llegado. Se ve que  los ha ido recibiendo con los brazos abiertos, tejiéndolos con tanta sabiduría, como lo ha hecho siempre con el punto, que los ha ido enmascarando de tal forma, que ha llegado a 2017 mental y físicamente en un estado admirable. Uno se asombra, al ver a sus compañeros de residencia, cómo ella mantiene facultades, que para los demás están claramente en desbandada.

Recuerda su imagen a la abuela de los cuentos, con sus gafas, su bastón y la toquilla a los hombros, siempre tan arreglada y coqueta. Moviéndose acompasadamente agarrada del brazo de su acompañante, a medida que ha ido pasado el tiempo su ritmo se ha hecho más lento, pues no en balde su carga de años no ha hecho más que aumentar.

Cuarenta años hace que la conozco, en este tiempo la he visto envejecer a cámara lenta, mostrando una cara positiva del envejecimiento, haciendo siempre su papel principal, ser protagonista de un modelo de vida para la que pronto adquirió las habilidades necesarias para actuar de forma brillante en los innumerables escenarios que la vida le ha ido preparando.

Lectora empedernida, ha sabido sacarle el jugo a la lectura para llenar horas de un tiempo que parece muy largo, y que a ella seguro que le ha faltado para hacer tantas cosas como siempre le han gustado. ¡Algún achaque hay que tener llegando a los 100 años! Los problemas de la vista le han obligado a aparcar la lectura, a la que se agarró como clavo ardiendo hasta que sus ojos dijeron basta.

La mayor de cinco hermanos, ha ejercido brillantemente su papel de hermana mayor, desarrollando una labor familiar de consenso, su voz acompasada, nunca una palabra más alta que otra, teniendo siempre el apoyo y ayuda de su otra hermana, su hermana del alma Mary, punto de apoyo femenino para salir airosas en un grupo con mayoría de hombres. Hasta llegaron a contactar con familiares allende los mares.

Esa misma labor ha desarrollado en su casa con sus hijos, ella ha sido el centro donde se organizaban tantos acontecimientos familiares.

Toda esta actividad le ha permitido mantenerse activa, mirando siempre adelante, aunque a veces, las piedras del camino se le hayan atragantado un poco, haciéndole ver desde las ventanas de la vida negros nubarrones, que con ayuda de su familia, ha conseguido disipar.

Viéndola cómo soplaba las velas, cómo ha disfrutado teniendo tanta familia a su alrededor, estoy seguro que ha cargado sus pilas de energía, para seguir regalándonos cada febrero un nuevo cumpleaños.

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¡Cuánta gente soplando!  Es que para apagar 100 velas…

 

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