DON QUIJOTE DEL CAMPO CHARRO DEJA DE CABALGAR

Manteníamos una bonita relación de amistad, que empezó no hace mucho y desgraciadamente ha durado poco. A pesar de ello, la calidad ha sido tan grande, que ha sido suficiente para que las emociones, ese riego imprescindible de la vida humana, circulasen mutuamente.

A pesar de que ya  nos conocíamos, la historia surgió, a raíz de que le hiciese una entrevista, con el fin de poder hilvanar un pequeño texto que mostrase unos retazos de la vida de Arturo Regalado , más conocido por todos como Arturo “Sindicatos”. Fue entonces, cuando supe la dureza de una vida, sus calamidades y sobre todo el espíritu de sacrificio de un personaje que no dejó a nadie indiferente.

Con Arturo se va también una época, una forma de entender la vida, de saborearla, dejando una profunda huella en Ciudad Rodrigo, siempre con formas bien definidas: el arte de la piedra y el arte del baile charro. No menos importante fue su arte para vivir el carnaval, sus disfraces, siempre rayaban entre la sorpresa y el asombro.

En este corto período de tiempo he hablado bastantes veces por teléfono-dominaba bastante bien el móvil-, su llamada siempre era para agradecerme aquel relato que titulé D.QUIJOTE DEL CAMPO CHARRO, me decía lo feliz que era cada vez que lo leía. Quedamos para tomar un café más de un fin de semana, cuando me acercaba a Ciudad Rodrigo, pero ya su salud le jugaba malas pasadas, aplazando el encuentro, por lo que a veces me acercaba a la residencia. Nunca se perdonó a sí mismo, el no invitarme a la plaza el día de carnaval que le hicieron el homenaje, besando la arena. Qué corazón, qué bondad  tenía para ser agradecido.¡ Qué abrazos, qué alegría al vernos!

De vez en cuando, sonaba el teléfono, la voz de Arturo, salía como un torrente para preguntarme qué tal estábamos, a renglón seguido, me decía que su salud andaba de aquí para allá, y especialmente los trámites para intentar que lo nombrasen hijo adoptivo. Él era consciente de las dificultades a nivel ideológico que tenía ese nombramiento. ¡Qué alegría se llevó cuando Santiago Corchete publicó aquel artículo de apoyo!

Pasados los carnavales, hablamos varias veces poniéndome al corriente de su delicada salud. Persona optimista, vitalista, rebosaba a pesar de su estado, ilusión por los cuatro costados. Qué endiablados habrán sido esos males que en pleno Campo Charro han conseguido descabalgarte de la vida. Te has ido pero has dejado un rico patrimonio en esta ciudad que con  título  o sin él te recordará durante muchos años. Yo pierdo una amistad corta en el tiempo, pero enorme en su calidad. Se nos va un Quijote, ahora que tanta falta nos hacen personas para afrontar tantos retos, a partir del diálogo, de la humanidad, la empatía, la creatividad, el ingenio, en eso sobresalía. Hasta siempre Arturo.